Comentario
Tras la muerte de Abu Yusuf, se desencadenó la irremediable decadencia del Imperio almohade. En primer lugar, le siguieron gobernantes de poca talla. Le sucedió su hijo, Abu Abd Allah Muhammad (1191-2130), quien demostró su incapacidad para resistir la oposición de dos frentes simultáneos, uno al norte de África y otro en al-Andalus. Aquí, Alfonso VIII había avanzado considerablemente en territorio musulmán y Muhammad marchó a la cabeza de un ejército cuya lealtad no era absoluta. En 1212, se enfrentó a las fuerzas de León, Castilla, Navarra y Aragón, sufriendo una aplastante derrota en Las Navas de Tolosa. Poco después se vio obligado a regresar a Fez, dejando al-Andalus en estas condiciones en manos de su hijo Abu Yaqub (II) de catorce años. Murió en Marrakech en 1213, en violentas circunstancias.La batalla de Las Navas de Tolosa marcó el declive irrecuperable de los musulmanes. Los últimos califas se sucedieron a un ritmo vertiginoso. Abu Yaqub II sólo gobernó nominalmente (1213-1224) y tras su muerte, en ese año, las rencillas internas de la familia gobernante aceleraron la desaparición de la administración central. Fue sucedido por su tío abuelo al-Majlu. Después, al-Adil se hizo proclamar en Murcia siendo reconocido posteriormente en el Magreb. En Sevilla, aprovechando la ausencia de este último, se proclamó califa al-Mamun, hasta entonces gobernador de la ciudad, quien marchó en 1228 al Norte de África. Este hecho marcó el fin de la vinculación andalusí con la dinastía almohade. Aunque aún quedaban algunas autoridades almohades aisladas en el territorio andalusí, el poder central ya no existía. Aparecieron nuevos reinos independientes, los denominados terceras taifas, en continua lucha entre sí y en constante relación con los cristianos, a los que solicitaban ayuda frecuentemente. Fernando III aprovechó la situación para adentrarse de lleno en el territorio.Durante el desmoronamiento del poder almohade en al-Andalus, Zayyan ibn Mardanis se hizo fuerte en Valencia desde 1229, así como en Denia y otras ciudades vecinas, aunque tuvo que rendir Valencia en 1238. Muhammad ibn Yusuf ibn Hud tomó Murcia en 1228 y, posteriormente, extendió su poder a Córdoba, Sevilla, Granada, Almería, Ceuta y Algeciras. En 1234, Ibn Mahfuz estableció un reino independiente que se extendía desde Niebla hasta el Algarve, manteniéndose como vasallo hasta 1262. Yusuf ibn Nasr, en 1232, se declaró señor de Arjona y construyó su reino tomando Jaén, Guadix, Baeza y otros lugares. Pervivió su dinastía en el reino nazarí de Granada.En 1236 cayó Córdoba en manos de Fernando III. A partir de 1238, año en que murió Ibn Hud, se aceleró la conquista del territorio. En 1246 los castellanos tomaron Jaén y Arjona y en 1248, Sevilla. Jaime I conquistó las Baleares en 1229-1237, Valencia en 1238, Denia en 1244, Játiva en 1246. Los portugueses tomaron Silves en 1242, Santarem y el resto del Algarve en 1250. Niebla fue conquistada por Alfonso X en 1262 y sólo Ibn Nasr permaneció como tributario en Granada.De esta manera concluía la etapa de presencia almohade en al-Andalus. Esta dinastía llenó un vacío de poder, aunque fue incapaz de resolver los problemas socio-políticos internos de los andalusíes, dificultades que venían arrastrándose desde mucho tiempo atrás. Los reinos cristianos hicieron aún más difícil la tarea, ya que eran más poderosos y estaban mejor organizados que los musulmanes. Además, al-Andalus se administraba desde Marrakech, cosa que facilitó la empresa conquistadora a unos ejércitos unidos por la idea aglutinadora de la cruzada.